sábado, 13 de diciembre de 2008

Educación Intercultural Bilingüe: Un cambio necesario para que la diferencia no se transforme en desigualdad social

La presencia de la población indígena es muy significativa en América. En la actualidad viven en América Latina más de 40 millones de indígenas subdivididos en más de 400 grupos etnolingüísticos, concentrados en 2 áreas: Mesoamérica (México y Guatemala), y la región andina (desde el norte de Chile hasta el sur de Colombia). El resto de las etnias se encuentran dispersas por las demás regiones del continente.
En Guatemala alcanza el 59.7 por ciento de la población, en Bolivia el 59.2 por ciento, Ecuador el 33.9 por ciento, Perú el 36.8 por ciento, México el 12.4 por ciento y el resto de los países oscila entre el 6 y el 2 por ciento, con excepción de Uruguay, que no cuenta con aborígenes en su población.
Las comunidades indígenas han padecido siglos de exclusión y en casi su totalidad viven actualmente en condiciones de pobreza. La mayoría de estos pueblos en Latinoamérica expresan manifestaciones culturales propias. Habitan en áreas rurales, casi siempre desfavorables para la producción agrícola, generalmente aislados de los centros urbanos. Hablan sus propias lenguas, practican sus propios ritos, tienen una visión diferente a la occidental y conservan ciertas normas de vida y costumbres autónomas.
Su vía de transmisión de conocimientos es oral. Casi la totalidad de los nativos son analfabetos, esto se debe al inadecuado sistema educativo oficial de los Estados, que [no] tienen en cuenta las necesidades de los niños de las comunidades.
El analfabetismo es siempre mayor en las poblaciones aborígenes que en el resto, y la diferencia dentro de estos mismos pueblos es notoria, ya que el índice es mayor en las mujeres que en los hombres.
Según la UNESCO, en Guatemala, el 54 por ciento de los indígenas son analfabetos y en Bolivia el 36 por ciento. Mientras que en nuestro país el 56 por ciento de los mapuches no va a la escuela.
El proyecto educativo actual es homogeneizante y culturizante. No respeta las diferencias culturales, ni el bilingüismo. La educación básica es concebida por la sociedad dominante como un instrumento de ‘civilización’. Así, el castellano es considerado como la única herramienta de aprendizaje. La castellanización de la educación indígena se caracteriza por tener la intención de integrar a la civilización aborigen a la sociedad, a lo que se determina autoritariamente que es ‘la sociedad’. Se impone el castellano y los elementos culturales occidentales como base de la educación, sin tener en cuenta la lengua y la cultura indígena. Considera que los pueblos nativos carecen de cultura.
La mayoría de los maestros no conocen la lengua indígena ni los aspectos socioculturales de los niños, porque no tienen una preparación adecuada.
En este modelo no se tiene en cuenta la realidad indígena. El calendario escolar, los horarios, planes y los programas son incompatibles a sus condiciones, ya que el tiempo y el espacio son distintos a la cultura occidental. Su mundo está concebido en función de la actividad productiva, la vida cotidiana y en las festividades religiosas.
Hoy las organizaciones indígenas demandan la implementación de una educación adecuada a su realidad, en especial en las zonas rurales. Así han surgido programas en Educación Intercultural Bilingüe.
Este modelo educativo permite el rescate de la lengua, la interacción y el diálogo entre las distintas culturas existentes. Incita al niño a que descubra la diferencia en su propia sociedad y a reconocer lo propio en las otras sociedades.
Lo Intercultural contribuiría a mejorar la calidad y la igualdad de la educación a través de la difusión del conocimiento y la valorización de los pueblos aborígenes. Según Cornelio Chipana, Director de la Subdirección Norte de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), la educación intercultural bilingüe sería un discurso indígena latinoamericano para la recuperación, el rescate de múltiples identidades que coexisten en distintos territorios del continente.
La tarea de la educación indígena es la de contribuir a que estas poblaciones no pierdan su identidad, tomando en cuenta la tradición oral y comunitaria de estos pueblos. La escuela puede, si se implementa adecuadamente este modelo, articular con mayor facilidad con la sociedad al garantizar, a través de ella, la continuidad de las tradiciones aborígenes y la visión que ellos tienen del mundo.

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